Venimos a la ciudad del Rey todos juntos

 “Venimos a la ciudad del Rey (a este mundo) todos juntos”. Aquellos que trabajan fielmente para el Creador convierten Su “polvo mágico”, en un sazonador refinado y dulce. Y aquellos que no trabajan prueban un polvo amargo y no pueden disfrutar de Su banquete.

Todo depende únicamente del esfuerzo correcto de la persona. Hay muchos que vienen a estudiar la Cabalá, hacen un gran esfuerzo pero a la larga la abandonan. Se dan cuenta que este banquete no satisface su gusto y en lugar de culparse por ello, culpan al Rey, pensando que el método de la Cabalá, así como el grupo y los amigos les dejaban un sabor amargo. Como resultado, se marchan pensando que pueden encontrar un placer mayor en otra parte, ya sea tomándolo con calma o siguiendo otra metodología.

Todo depende de que la persona se dé cuenta del “lugar de trabajo” al que ha ingresado, las responsabilidades que tiene, y a lo que debe aspirar en su trabajo, con el fin de probar el sabor dulce. El banquete está dispuesto frente a nosotros.  Está escrito, “Prueba y ve que el Señor es bueno”.  Sólo necesitamos “probarlo”, es decir que debemos preparar nuestra vasija para su Luz y recibir este “suplemento” de dulce sabor.

Pero las personas no trabajan en el lugar correcto y más tarde miran el reloj para ver cuánto tiempo ha pasado y sopesan la cantidad del esfuerzo que hicieron. Pero no aplican su esfuerzo en el trabajo más importante: unirse con las otras almas. Es por esto que el trabajo no les sabe bien. De hecho, el sabor dulce sólo viene a través de la conexión, que es la misma vasija en donde la Luz se revela.

En vez de eso, ellos trabajaron en otro sitio en vano. Es como si trabajaras para una empresa durante un mes y al final fueras a otra a cobrar el sueldo. ¿Crees que te van a pagar? No te has ganado el Kli correcto, la vasija necesita recibir la recompensa, que sólo puede recibir en la vasija colectiva, porque sólo allí se encuentra el Creador, Su banquete, Su luz, revelado. Y sin una persona no se ha esforzado para ganárselo, su trabajo no vale nada.

Debemos enfocarnos y estar alertas en este aspecto. Cada uno debe examinarse: ¿entiende que todo su esfuerzo debe concentrarse únicamente en lograr la conexión interior, y unirse a una meta, un deseo, en donde el Creador se revelará? Si la persona aspira a esto, el “banquete” poco a poco comenzará a saberle dulce. Y si no, a la larga se va a sentir cansado y desilusionado de su trabajo, porque en lugar de un sabor dulce, probará el “polvo”, el “polvo amargo”, y se marchará.

Tal persona se pregunta, “¿Cuánto tiempo hay que trabajar sin recibir algo a cambio?” Pero no ve que trabaja en el lugar equivocado, que no trabaja en donde se supone que debe hacerlo. Se vuelve evidente en la actitud hacia el grupo y los amigos, si está presente, o no, en el grupo y trabaja dentro de él.

Este esfuerzo no puede sustituirse ya sea con dinero o con habilidades profesionales. Sólo si se trabaja para la unidad de las almas, este “polvo amargo”, el ocultamiento, se aparta y desvelará el mundo espiritual que está aquí, a tu lado. Hasta entonces, sencillamente no tienes el aparato interior, el Kli, que te permite sintonizarte con el mundo espiritual como un receptor de radio que puede captar la frecuencia correcta.

(Extraído de la lección diaria de Cabalá del 9 de julio 2010, Baal HaSulam, Carta 26, pág. 85)

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