Del dicho al hecho

Está escrito: “Yo creé la inclinación al mal, y yo creé la Tora como condimento”. Esta frase contiene el itinerario completo de mis cambios internos, correcciones. Yo no poseo un deseo puro sino uno maligno. ¿Cómo es eso? Es maligno porque no está dirigido al Creador. Yo no veo ningún valor en otorgar.

Sin embargo, ¿es realmente malo ante mis ojos no estar en otorgamiento? Seguramente se siente bien recibir. Otorgar me hace sentir algo inquieto. ¿Qué debo yo hacer? No hay necesidad de cambiar el mundo ya que yo soy el mundo entero. Por lo tanto, todo lo que necesito es cambiar mis propios valores.

Actualmente, yo valoro la oportunidad de recibir. Esta es la esencia de mi vida entera, mi credo, el acercamiento instintivo y racional hacia todo lo que hago. Pero, más allá, yo tengo que ejecutar una transformación interna y reemplazar el valor de recibir con el valor de otorgar.

De tal modo yo me identifico con el Creador y aspiro a llegar cerca de Él. Yo contemplo como otorgar a Él y me transformo en una vasija que recibe Su bien. Lo que yo hago para Él, Él lo hace para mí.

Por esta razón, la Tora es dada a nosotros como una especia, la sabiduría de la Cabalá nos permitirá a nosotros un cambio en el orden de las prioridades, poniendo en su lugar el otorgamiento y no la recepción, en el principio de la lista. Naturalmente nosotros no podemos ni tan siquiera pensar acerca de algo así, nos resistimos a esto con patadas y gritos. Incluso cuando se nos presenta la oportunidad de hacerlo, lo evadimos a toda costa.

Por lo tanto se nos ha dado el entorno. Partiendo del pequeño y pobre egoísmo, el Creador formó una sociedad que se mantiene hablando de otorgamiento y amor a los otros. ¿Por qué solo hablar? Porque todo lo demás depende de la persona.

Primero una persona debe ver a sus amigos en una luz diferente, no forzarlos a otorgar sino cambiando su actitud hacia ellos. En el exterior, ellos se mantendrán solamente como “parlantes”, pero cada uno tiene una oportunidad de ver grandeza, otorgamiento, el amor a los otros y la unidad de todos los corazones en ellos.

Todos son libres de ver en el grupo lo que verán. Si una persona entiende que esa es su oportunidad, entonces la conversación de sus amigos será vista por ella como el aspecto más importante de su vida, el valor más exaltado. De repente el entorno comienza a afectarla, llenándola al despertar del valor del otorgamiento o del Creador.

La motivación auto impuesta brinda resultados reales, y la persona atrae la fuerza correctora de la Torá hacia ella. Este proceso completo yace en sus propias manos, ella no necesita nada más. El Creador le ha provisto con el deseo y le ha guiado hacia el grupo, pero la persona arregla todo lo demás por su propio esfuerzo, sin forzar a nadie a hacer nada.

Todo depende de la actitud. Algunos tratan al grupo teniendo en sus mentes beneficios egoístas; otros se mantienen ganándose el valor de otorgar a través de él. Hay muchas variables entre estos dos. Es aquí donde yace la elección libre de la persona: ¿Ella reconoce al grupo como el medio de elevar al Creador ante sus propios ojos?

(30037 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 12/17/10, “El Creador creó la inclinación al mal, y Él creó la Torá como condimento”)

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