Cuando el mal se descubre

Pregunta: ¿Cuándo se convierte el mal en un obstáculo en el camino de una persona?

Respuesta: Esto ocurre cuando una persona lo identifica como «inclinación al mal«. Al principio, yo no considero que mi egoísmo sea malo. Por el contrario, le sirvo tanto como puedo. Me ayuda y proporciona las sensaciones de la vida. Sin él, dejo de existir.

Si una persona pierde el apetito a causa de alguna enfermedad, lo urgimos a comer un poco. Si una persona pierde el deseo sexual, trata de curarse usando diversos remedios. Nadie puede sobrevivir sin los placeres, uno tiene que recibir placer.

Comida, sexo, familia, riqueza, respeto y conocimiento constituyen toda mi vida, y quiero tener un buen mordisco de todo. Si pierdo el deseo de recibir placer, me desespero y casi siento que me estoy muriendo.

Por esta razón, cuando es el momento para una persona trascienda este mundo, el placer le es quitado. Él siente que no tiene nada por qué vivir. Simplemente no puede disfrutar de los deseos que están a su disposición. ¿Dónde puede encontrar llenado?

Al mismo tiempo, se le da una chispa de deseo espiritual mucho mayor, que por sí mismo lo dirige a la sabiduría de la Cabalá, un remedio que lo habilita para alcanzar un nuevo tipo de placer. Una persona es siendo llevada a un grupo, y al principio, espera placeres egoístas mucho más fuertes. «Dame ángeles, revela mundos espirituales, tráeme al Creador en una bandeja, y así sucesivamente».

Como Baal HaSulam escribe en la Introducción al Libro del Zohar, antes que una persona alcance a un estado llamado trece años de edad, él está dispuesto a «tragarse» todo el mundo material. Después de alcanzar el grado de «trece años de edad», cambia hacia los placeres del mundo por venir.

Esto es natural puesto que no podemos entrar en la espiritualidad sin el deseo de madurez plena que está dispuesto a consumir y presidir todo lo que hay. Exijo que el Creador me sirva, y me digo: «¿Por qué Él creó este mundo como es?» «¿Por qué no me llena adecuadamente?» Más tarde, la persona comienza a darse cuenta de lo contrario que es él al Creador. Se trata de un inmenso deseo egoísta que lo trae a esta comprensión.

Lo mismo sucede en este mundo: Un ladronzuelo no se considera un criminal. Nosotros, también, pensamos en nosotros mismos como «inocentes». Sin embargo, al igual que Faraón, un maduro reincidente real, admite antes de robar a alguien, «Sí, el Creador es justo, pero nosotros somos pecadores».

Por lo tanto, antes que el deseo se manifieste en toda su extensión, una persona no tiene manera de darse cuenta de que es «malo». No es fácil comprender que es el Creador quien hizo la inclinación al mal.

¿Cuántas personas en el mundo pueden admitir que son «malos»? Por el contrario, todos ellos piensan que son «justos», incluso «santos». Se necesita mucho trabajo y esfuerzo y mucha Luz desde Arriba para hacer que un ego revelado manifieste su maldad.

Es importante que divulguemos nuestra maldad sólo en relación con el Creador, en vez hacerlo a otras personas. Soy malo solamente en comparación con el Creador, el atributo de otorgamiento. Me imagino que el deseo de recibir placer, el afán de recibir en lugar de dar, el odio hacia los demás, el deseo de aprovecharme de ellos, es, de hecho, lo que llamamos «la inclinación al mal».

(30034 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 12/17/10, «El Creador creó la inclinación al mal, y Él creó la Torá como una especia»)

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