Es difícil ser humano…

El Libro del Zóhar, capítulo «Bereshit» (Génesis), ítem 119: Las Luces del Maljut de David trazan la representación de los grados desde el Jaze de Maljut y por debajo, donde no existe el rostro del hombre. Es decir, los grados desde Jaze y de por debajo se elevan y se incluyen en la Maljut de David, que es el rostro de un hombre desde el Jazé y hacia arriba.

Una representación significa un nivel de algún grado. Representar es como aparearse porque en un Zivug, los grados surgen en la representación adecuada de acuerdo a la cualidad de ese Zivug, para corregir la representación de todos aquellos que están incluidos en el rostro de un hombre, en una representación interna.

Dentro de la creación existen cuatro tipos de deseo: inanimado, vegetativo, animado, y humano. Estos se desarrollan paso a paso porque la intención del Creador es llevar a esta criatura a través de los niveles inanimado, vegetativo, y animado a tal grado de desarrollo que este desee convertirse en humano. Después de todo, la criatura no se vuelve un humano de manera natural, como si la Naturaleza o el Creador pudieran hacer que esto suceda. No, la representación humana se revela en esta criatura como resultado de un entendimiento preliminar, comprensión, deseo, esfuerzos, y peticiones, todo lo que surge de sí mismo ¡Es la única manera en que sucede!

Es por eso que este desarrollo es gradual. Poco a poco, en el transcurso de decenas de miles de años de nuestro desarrollo a través de la historia, en todos nuestros grados precedentes y muy distantes, en esencia «sembramos» en el interior las cualidades internas de percepción, de tal manera que hoy en nuestra generación se despierten y nos ayuden a realizar nuestro propósito. En realidad, en el nivel humano debemos resolver por nosotros mismos la forma y la manera en la que debemos crecer, porqué debe ser de esta manera y no de otra, moldear verdaderamente «a partir de un trozo de mármol», algo que no existía antes, algo que nunca había sido mencionado en ningún lugar y que carece de algún tipo de ejemplo.

Necesito llegar a conocer al Creador, y después esculpir a partir de mí mismo, a partir de este «trozo de mármol», la misma forma en consecuencia. Y el Creador no se revela en este proceso, porque si Él se revelara, yo sólo tomaría de Él algo superficial.

Mientras que yo necesito estudiarlo, cavar en lo profundo para revelar la esencia interna, desde mis deseos más interiores y a través del ancho de todos mis grados, del inanimado, vegetativo, animado, y humano. Y entonces debo decidir si me vuelvo similar al Creador o no, porque esto es completamente opuesto a lo que deseo inicialmente. Construir un humano es un trabajo muy difícil y meticuloso que exige una tremenda atención a cada detalle. Este es precisamente el trabajo que estudiamos en El Libro del Zóhar, en el capítulo «Dos grandes luminarias».

(65714 – De la 2º parte de la lección diaria de Cabalá del 1/8/12, El Zóhar)

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