¡Estar sano!

Desde arriba, un golpe llegó al mundo, a toda la humanidad. Y esta es una señal clara de que estamos en la última generación y llegamos a un sistema global.

No nos tratan por separado de arriba, como países individuales, se nos percibe como un organismo, que se esfuerza por avanzar y volver a la forma del hombre, Adam, es decir, a la forma de una sola alma.

Pero, ¿cómo puedo reconocer que mi deseo personal y el deseo de la sociedad, de toda la humanidad, son igualmente importantes y que tengo derecho a cuidarme solo en la medida en que cuido de la humanidad? Esto es muy difícil porque llega al punto egoísta más doloroso.

Pero este es precisamente el sistema de contabilidad integral que funciona en la última generación y estamos obligados a hacerlo.

Si cada célula de un organismo perfecto piensa en todo el cuerpo como en sí misma, es señal de que el cuerpo está sano.

El mundo espiritual está en el mismo lugar que el mundo material y en el mismo deseo de recibir, que no desaparece, sino que solo se complementa con la intención que cambia su uso. Una persona sigue siendo una persona; la única pregunta es cómo usa su deseo, en beneficio de su prójimo o exclusivamente para su propio beneficio.

Por supuesto, seguiremos pensando en nosotros mismos, pero ¿podemos comenzar a pensar en los demás un poco? De lo contrario, recibiremos golpes, un virus tras otro, eso nos obligará a corregirnos y gradualmente comenzaremos a pensar integral y globalmente como un sistema interconectado.

Pero será un camino difícil, de sufrimiento. Un virus infectó al mundo entero y si no comenzamos a pensar en los otros, la pandemia no se detendrá, se expandirá.

El próximo virus será tal que no necesitaré protegerme de él usando cubrebocas y manteniendo la distancia, sino protegiendo a los demás. Si no pienso en los demás, me sentiré mal, infectaré a alguien y cuando el mismo virus regrese de ellos, realmente me pondré muy enfermo.

Esto me enseñará a cuidar a los demás; Sólo me preocuparé por asegurarme de que todos a mi alrededor estén saludables y que nadie se infecte con mi virus.

Si le paso este virus a alguien y luego lo recuperó, será un verdadero golpe. Es entonces cuando comenzaremos a pensar en cómo no transmitir algo malo a nuestro vecino. Estos virus corregirán nuestras intenciones y nos enseñarán a no dañar a otros. La naturaleza tiene, en reserva, muchas formas de enseñarnos.
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De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 4/may/20, «La última generación del mundo»

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