Intercepta la iniciativa de la Luz

Inicialmente, debemos entender que la criatura es deseo. De hecho, el deseo es una herramienta única, un medio disponible a la criatura, es un órgano sensorial, un elemento sensorial, algo que me permite sentir mi propio ser y reflexionar sobre él: «¿Por qué existo? ¿De dónde vengo y por qué? ¿Qué es la vida? ¿Cuál es mi llenado, y a dónde se va? «Todo ello se manifiesta en el deseo.

El Creador, la Luz superior, creó sólo un punto sin forma, «la existencia de la ausencia», la cual tenemos que desarrollar, puesto que, de acuerdo con el programa del Creador, la criatura tiene que ascender a Su altura. Este punto es toda la creación. Es contrario a la Luz, y esta propiedad es suficiente. Por lo tanto, es llamado un punto.

Durante su desarrollo, el punto tiene que experimentar varios tipos de oposición a la Luz, emanados de la Luz. La Luz se proyecta en este punto y de esta manera crea en ella formas inversas.

Por lo tanto, sólo hubo un punto que surgió como «existencia de la ausencia». Sus propiedades aparecen como «la existencia de la existencia» y toman sus orígenes de la Luz. Este punto se está desarrollando en las propiedades que son proyectadas por la luz y opuestas a ella. Desde su estado opuesto, el punto aprende los grados de semejanza con el Creador, es o no capaz de alcanzar. Por lo tanto, revela la Luz.

Este punto del deseo de recibir atraviesa un desarrollo largo, imponente, multifacético y gradual. Si el Creador es el deseo de dar placer, la criatura, inevitablemente, es el deseo de recibir placer.

Para que la criatura tenga la oportunidad de expresarse, tiene que definir la forma de su deseo de recibir. ¿Cómo se hizo? Es por el desarrollo cíclico: cada vez que el deseo adquiere su forma, recibe el llenado en esa forma, después de lo cual el llenado se va, dejando la forma vacía. Entonces, la criatura decide cómo usarlo.

Anteriormente, la luz determinó las condiciones de placer para la criatura. Ahora, por el contrario, la criatura recibe el placer al dar placer al Dador. De esta manera, la criatura  vuelve la recepción en otorgamiento.

Así, la Luz crea el deseo y su forma, este también trae llenado al deseo. Más tarde, la criatura descubre que este necesita vaciarse, privarse de la Luz. La criatura no puede soportarlo; la vergüenza se lo impide. Entonces, pide la fuerza de la Luz misma, con el fin de deshacerse de este. La Luz, que despertó el sentido de la vergüenza en la criatura, está de acuerdo y da fuerza a la criatura. Luego, la criatura exige cambios internos y correcciones de la Luz y avanza a través de estas demandas.

Incluso si todo viene de la fuerza superior, de la fuerza de la Luz, que es lo principal en relación con el deseo de recibir, al mismo tiempo, es la criatura la que empieza a decidir lo que quiere e intercepta la iniciativa, ganando la supremacía. Es por eso que el período de desarrollo comienza a partir de un sentido de vergüenza y, a continuación, se le atribuye a la criatura.

(43981 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 5/25/2011, «Prefacio a la sabiduría de la Cabalá»)

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