Pregunta: En cualquier persona, hay una matriz psicológica de lo que debe ser un líder. Cuando uno ve a alguien que es diferente del resto de la multitud, uno se refiere internamente a esta persona como una «unidad distinta». ¿Es cierto que los líderes fanáticos surgen como resultado del hecho de que las masas los perciben como tales? ¿Es posible tener una transición armoniosa, en la cual, en vez de tener líderes fanáticos, haya sabios que lleguen al poder? En otras palabras, ¿también deben ser incluidos los sabios en la matriz psicológica de la forma en que las personas se imaginan a sus dirigentes?
Respuesta: Sí, es cierto. Para ello, deben tenerse en cuenta dos condiciones. En primer lugar, un sabio tiene que entender que él es un líder (o incluso un dictador en un sentido) e imponer sus ideas sobre la sociedad para el beneficio general de los demás.
El sabio tiene que salir de su espacio reducido y descender al nivel del público general a fin de ser aceptado por la sociedad y empezar a trabajar para el público. Él tiene que crear un pequeño grupo de personas con ideas afines y discípulos que difundan sus ideas.
De hecho, estas personas deberían estar haciendo el trabajo de los profetas; ellas tienen que ir al mundo y propagar (predicar) las ideas del sabio. En general, ya hemos visto estos ejemplos históricos en el momento de establecer nuevas religiones.
Por un lado, este es un trabajo muy serio e importante que el sabio tiene que realizar. Por otro lado, sólo puede trabajar si la sociedad está preparada para ello y si se muestra preocupación social y evolutiva, lo cual significa que el público general necesita del conocimiento de le ofrece el sabio.
Es por eso que el sabio y la sociedad tienen que cruzar. La sociedad tiene que «captar» lo que el sabio está hablando, el concepto, y considerarlo como algo necesario para la supervivencia. Si este es el caso, su interacción comienza: El público tiene que dar su consentimiento para aprender del sabio, estar «por debajo» de él y seguir a sus discípulos.
Este proceso no depende del público, sino más bien de nuestro desarrollo evolutivo. Nuestra forma de desarrollo es llamada «una crisis», puesto que no podemos predecir nada en absoluto, y estamos rompiendo con nuestra forma de vida pasada.
Pronto veremos las contradicciones entre lo que es posible y lo que hay realmente en los seres humanos y las civilizaciones. En un mundo de abundancia, habrá hambre. La ilimitadas posibilidades estar saludable no impedirán que el mundo entero esté enfermo. Independientemente de que tengamos enormes fuentes de energía, el mundo sufrirá escasez, etc.
Confundida y devastada por numerosos conflictos y un sinnúmero de problemas, impotente y atormentada, la humanidad no tendrá éxito en la búsqueda de la respuesta al «¿Por qué nos está sucediendo esto? ¿Hacia dónde está llevándonos esto?» Por otro lado, surgirá gradualmente la pregunta interna: «¿Para qué vivo? ¿Por qué sufro?»
Esta es la forma en la que nosotros estamos construidos en este desarrollo evolutivo, nuestros deseos internos se transforman progresivamente, y en última instancia, la humanidad desarrollará la necesidad de revelar el significado de la vida. Por lo tanto, nuestra siguiente etapa está revelando cuál es el significado de nuestra existencia terrenal y de la existencia del universo.
En este caso, no va a ser difícil que el público determine quién puede guiarlos, una persona que pueda hacer que sus vidas sean significativas. Entonces habrá un sabio, sus profetas, discípulos, administradores, educadores quienes serán los líderes de la sociedad y organizarán a la humanidad de una manera adecuada. Este grupo será similar al Sanedrín bíblico y se convertirá en «la cima espiritual del mundo».
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Del Kab.TV «A través del tiempo» del 3/18/13
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