La huida hacia la unidad

Pregunta: Ya llega la festividad de Pascua. ¿En qué debemos enfocarnos ahora? ¿Cómo podemos utilizar este tiempo para la unidad?

Respuesta: La Pascua es un momento muy especial en el que yo descubro que estoy en el exilio. Este es el comienzo de la esclavitud de Egipto. A menos que yo me sienta en el exilio, aún no estoy en Egipto, ni soy esclavo aun del Faraón. Para expresarlo de otra manera, si no me esfuerzo por la unidad, aun no he comenzado el proceso. Pero cuando me atraigo hacia la unidad y siento que no puedo unirme debido a que mi ego me detiene y bloquea el camino, entonces el ego se ha revela como Faraón. Éste me controla y no me deja llegar a la unidad y descubrir al Creador.

En el exilio yo no siento al Creador, siento que me falta Él. Entonces continuo dirigiéndome hacia la unidad, y el ego, el Faraón, aparece como si estuviera cada vez más endurecido. Finalmente, yo no sé qué hacer, no veo ninguna salida, y entonces se revela en mí el punto llamado «Moisés«. Este empieza a sacarme hacia lo desconocido, mientras que yo estoy confundido y sin saber en qué difiere este punto del Faraón. Así, Moisés crece en el palacio del Faraón, en el ego, ya sea que se sepe de Faraón o que se funda con él en mis ojos. Él aspira directamente al Creador, pero se nutre de amor propio.

Y, de esta manera yo avanzo: Quiero construir una vasija, pero en vez de ello construyo «ciudades pobres», Pitón y Ramsés. Cada vez que quiero acercarme a los demás, unirme, surgen nuevos problemas: disputas y separación, desapego e indiferencia. El ego ostenta el poder y no me deja libre, no me deja hacer nada. No importa cuán arduamente intente atraerme hacia la conexión, esta no existe. Mis esfuerzos le hacen bien al «Faraón» y dañan a «Israel».

Y así llego a las diez plagas de Egipto, yo sufro porque mi deseo egoísta no me deja unir con los amigos. En respuesta a todos mis intentos se acumula en mí un gran sufrimiento, y éste jala de mí en diferentes direcciones. Le da a mi «bestia» todo lo que quiere, pero me impide el paso hacia la unidad porque de lo contrario yo escaparía de Egipto.

Entonces Moisés va donde Faraón: «Deja ir a mi pueblo». Nosotros tratamos de unirnos aún más y queremos escapar del control del Faraón. Esto ya es una verdadera revelación. Entonces, ¿qué podemos hacer? Después de todo, el Creador endurece constantemente mi corazón.

Así atravieso yo las diez plagas, hasta que me las arreglo para soltarme totalmente de mi ego. En la oscuridad, yo me escapo hacia la unidad, a la montaña de odio (Sinai), que se me revela y hacia la garantía mutua como medio esencial contra el ego. Yo no suprimo el odio, no lo anulo, sino que más bien construyo la garantía mutua a su alrededor. Después de todo, este odio es una adquisición que no tiene precio: Gracias a la garantía mutua, yo seré capaz de convertir esta montaña de odio en la cima de la Santidad, en la montaña del Señor.

Hoy en día no se trata solo de nosotros. El mundo entero está comenzado este proceso al descubrir que el ego destructivo que lo controla, amenaza con borrar a toda la humanidad de la faz de la tierra….

(74225 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 2 de Abril del 2012, «Introducción al TES»)

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