La Naturaleza es el político más astuto

Todo comenzó cuando el deseo de recibir que el Creador creó, se hizo añicos y se convirtió en egoísta, y sus distintas partes se distanciaron unas de las otras. Empezamos a sentir que existimos dentro de nuestro egoísmo, cada uno por sí mismo.

De esta forma evolucionamos a partir de un cero absoluto y pasamos a través de los niveles de desarrollo inanimado, vegetativo y animado, por lo que nos desarrollamos de manera instintiva. Con el tiempo, alcanzamos la cuarta etapa del desarrollo del deseo, en la cual debemos desarrollarnos de manera consciente. El mundo está entrando en esta etapa ahora.

Este proceso en realidad comenzó hace mucho tiempo, desde el primer hombre (Adám Ha Rishon), desde la antigua Babel, y luego se desarrolló gradualmente, dando un gran salto en el momento del ARI. Durante todo este tiempo nuestro deseo se conectó más de cerca, y gracias a esta conexión llegaron a existir nuevas y más complejas criaturas y formas de la naturaleza inanimada, vegetativa y animada. El signo más se conectó con el signo menos, y la influencia mutua entre ellos engendró criaturas desde la ameba hasta los más diversos animales.

Cuanto más se conecten entre sí las partes separadas e incrementen la cooperación entre ellas, más avanza la evolución. En las primeras etapas, la conexión se produjo por instinto, bajo la presión de la naturaleza que llevó la evolución hacia adelante. Y así, la evolución alcanzó el nivel del hombre, en el que comenzó la conexión instintiva de ciertas formas sociales: familias, tribus, luego ciudades y estados. Hoy en día todo el mundo está conectado. Es decir, observamos una clara tendencia a la conexión.

En consecuencia, el deseo egoísta en el hombre también se vuelve más intrincado y complejo. En primer lugar, este estaba compuesto por muchos deseos diferentes, pero luego los deseos diferentes se conectaron más y se penetraron unos a otros. Al tope de la ciencia clásica, con su clara diferenciación en las disciplinas, ocurre la sinergia de diferentes áreas científicas. Por lo tanto, todas las leyes de la física, de la química y de la biología se unen y poco a poco forma una imagen unificada de la naturaleza.

Nuestros pensamientos y deseos se vuelven cada vez más entrelazados e incorporados unos en los otros, y gracias a esto conocemos el mundo de manera más profunda. Pero la verdad es que este mundo no existe. ¡Nosotros estamos en un océano de Luz! Sin embargo, mientras más complejo se vuelva mi deseo de recibir, más siento que el mundo se me ha revelado, como si existiera, como si todas esas personas que me rodean, las cuales son en realidad partes de mi deseo, fueran reales. Ahora me parecen extraños, pero cuando nos conectemos, seremos «como un hombre con un corazón».

La única intención de la naturaleza, ya sea de la Naturaleza Circundante o de la interna, en el hombre y su comprensión, está dirigida a una conexión cada vez más estrecha del destrozado deseo de recibir. Estamos en un constante proceso de conexión, pero hoy hemos entrado en una época en la que esta aspiración tiene que ser consciente y entendida por nosotros. La Naturaleza está en el cuarto y último nivel de su desarrollo, y esto nos obliga a conocer su tendencia y a apoyarla. Tenemos que justificarla, estar de acuerdo, y seguirla.

No podemos continuar desarrollándonos instintivamente como en el pasado, en el que la naturaleza desarrollaba nuestro deseo y nos empujaba a realizar ciertas acciones. Ella nos envió a descubrir América y nos animó a realizar muchas otras cosas. Obedecimos nuestros deseos, inventamos y construimos.

Hoy en día ya no es así. Hoy tiene que elegir: ¿Quieres hacerlo o no, te parece importante o no? Si no te parece importante, la Naturaleza comienza a enseñarte indirectamente, para que no privarte de tu libre albedrío. Es como un niño que se niega a escuchar a sus padres, y ellos tienen que actuar con astucia y darle momentos difíciles para que él venga  a ellos por sí mismo y pida ayuda. De esta manera juega con nosotros la Naturaleza, cómo con un niño, para que no privarnos de hacernos conscientes, de la comprensión, y de que estemos de acuerdo.

La Naturaleza nos presiona, nos empuja hacia adelante, y nos muestra la dirección correcta. Sin embargo, no nos obliga a avanzar. La Naturaleza es un político muy astuto, y podemos aprender mucho de ella.

(57087 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 10 de Octubre del 2011, Shamati # 85)

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