No hay pausas en la espiritualidad

Cuando una persona alcanza su primer contacto con el Creador en algún nivel, es decir, la revelación de los dos opuestos juntos, inmediatamente necesita ayuda del superior. El «pacto de la circuncisión» no es más que la primera acción del superior sobre el inferior.

Esta es la Luz que revela a la fuerza superior como el otorgante y el amado, que se encuentra en oposición al deseo egoísta de la criatura que quiere utilizarlo. Pero al mismo tiempo, ahora tenemos que revelar un nuevo nivel de conexión entre nosotros, alcanzado por medio de la pantalla y de la Luz Reflejada.

Todavía hay mucho trabajo por delante de nosotros, antes de que alcancemos la adhesión. Y todo esto es obra de la criatura que evoca la fuerza de la Luz para trabajar por encima de esto, creando paso a paso una multitud de correcciones de variadas cualidades. Tenemos que comprender profunda y completamente lo que exigimos que la fuerza superior haga con nosotros. Después de todo, el sentido completo de nuestro trabajo es revelar a través de esto el plan de la creación. El proceso que experimentamos nos ayuda a familiarizarnos con la actual fuerza superior, como está escrito: «Te conoceremos por Tus acciones».

Cuando pasamos por todas las acciones que Él ha preparado para nosotros, revelamos Su pensamiento, intención y el plan de la creación a través de estas. Por eso cada acción es seguida por otra, por una más complicada. No hay acciones en el mundo espiritual que te permitan sentarte, descansar y disfrutar de los frutos del trabajo realizado, tal como la forma en la que permitimos que nuestro deseo egoísta descanse un poco después del placer que alcanzamos en nuestro mundo. No hay tal cosa como los descansos en el mundo espiritual.

No hay noción del tiempo allí, porque estamos continuamente bajo la presión de la fuerza cada vez mayor del otorgamiento. Puede haber períodos de debilidad y de confusión, pero es imposible caer de este camino y dejar de hacer lo que se necesita.

Es por eso que no hay tiempo. El tiempo resulta del movimiento de balancearse de un lado a otro, como un péndulo de reloj que cuenta las interrupciones: Se detiene y se sitúa con el fin de volver hacia atrás. Tales descansos no existen en el mundo espiritual. El proceso espiritual completo consta de que conectemos la Luz con la oscuridad, juntas. ¡No hay descensos, ya que todos los «descensos» sólo ocurren para poder ascender!

Y aún cuando sintamos la debilidad, no es culpa nuestra, sino una condición obligatoria para revelar un deseo más profundo. Mira cuánto sentimiento, llanto, miedo, y suplica hay en el libro de los Salmos del rey David, todo esto unido con la revelación de un nuevo deseo que él percibe con alegría. De otra manera, no hubiera sido espiritual.

(53296 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 8/31/2011, Shamati # 95)

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