Sala de risas y de lágrimas

dr. michael laitmanEl Creador le dice a Moisés, («Éxodo» 7:26): «Vengamos al Faraón» (juntos). También Yo iré contigo a fin de cambiar tu naturaleza y transformarla de la recepción al otorgamiento. Sólo depende de ti el pedirme esto a Mí. Pero Él no añade: «Ve, únete a un grupo, ya que sin esto Yo no seré revelado», porque esto es evidente.

Si la persona no está incluida en el centro de un grupo y no está conectada con los amigos, entonces ella no puede volverse hacia el Creador. El Creador se encuentra en el centro del grupo. Nosotros nunca nos volvemos solos hacia el Creador, en vez de ellos, lo hacemos sólo a través de la conexión con los demás.

Moisés es la imagen general del grupo. Por lo tanto él es llamado el líder del pueblo, lo cual simboliza el acuerdo general, la unicidad del grupo. Por lo tanto él tiene un vínculo con el Creador y puede orar y pedir, y hacerlo todo para todo el pueblo.

A fin de comenzar el proceso de corrección del alma, yo debo imaginar que estoy unido con todos juntos en una sola imagen. Todo comienza con nuestro intento por conectarnos y descubrir que no estamos preparados para ello, como se nos dice, «Yo creé la inclinación al mal. Creé la Torá como una especia». La entrada en Egipto comienza con el descubrimiento de que nosotros no estamos listos para conectarnos, no queremos hacerlo bajo ninguna condición, y estamos dispuestos a vender a nuestro querido hermano José, con tal de no conectarnos.

Así, comienza a descubrirse dentro de la persona la verdadera naturaleza egoísta, es decir que «mi muerte sería mejor» que el otorgamiento, que amar al otro y preocuparme por él. Y este es sólo el comienzo, sólo la entrada a Egipto. Después de esto, hay otros cuatrocientos años de esclavitud en Egipto, esto es, el paso a través de todo el espesor del deseo por el placer. A nosotros nos corresponde el trabajar en todas las capas de nuestro ego a fin de decidir finalmente que, a pesar de todo, queremos conectarnos.

Entonces llegan los siete años de hambre y las plagas de Egipto, porque queremos conectarnos y no tenemos éxito, lo intentamos una y otra vez sin éxito. Hasta que en última instancia, nosotros nos desesperamos y le gritamos al Creador, «¡Ayuda!» Sentimos una demanda inmensa de que el Creador nos ayude.

Pero esto siempre está relacionado con la conexión y nunca con la persona aislada. Si hablamos de alguna personalidad individual, es sólo desde el aspecto de su relación con el todo en su forma única y particular. Por lo tanto, aparecen imágenes en El Libro del Zóhar tales como las de Rabí Yossi, Rabí Abba, Rabí Elazar y Rabí Shimon. No importa de quién se trate, porque esto nos habla sólo de la calidad de su conexión con los demás.

También es así como con la historia de Moisés y Jetró, sobre la zarza ardiente. Esta sólo nos habla sobre el colectivo y no sobre el hombre que huyó al desierto. ¿A dónde podría escapar de su ego? Esto nos habla de la persona que se encuentra dentro del grupo. La Torá nos habla sólo acerca de las relaciones entre nosotros, todo «queda en familia», dentro del grupo.

Es como una telenovela en la que todos los eventos ocurren en una habitación. Sobre esta «habitación», se nos dice, todo está sucediendo aquí: El desierto, las guerras, la división del Mar Rojo, todo aparece en esa habitación, en las relaciones entre las personas.

¡Después de eso, nosotros descubrimos que nada está sucediendo realmente, además de esto! Toda la realidad que vemos ahora es imaginaria, falsa, e ilusoria. En vez de eso, estamos de hecho viendo una unidad aplastada, rota, dividida en fragmentos que están separados entre sí. Esta es la imagen de nuestro mundo, en vez de la persona, hay una multitud de personas, plantas, animales, innumerables formas de existencia diferente. Esa es la forma en que aparecen para nosotros los cuatro aspectos de un solo deseo, de una sola entidad.

Pero si la persona quiere entender correctamente la situación, depende de ella el saber que sólo en el grupo tiene la oportunidad de ver la verdad. El grupo es como un microscopio, como un instrumento, que si miramos a través de él, podemos ver qué está sucediendo. Nosotros no tenemos ningún otro instrumento en toda la realidad. A través de una mayor consolidación entre los amigos, es decir, a través de la elección de un mejor entorno, la persona dirige el instrumento de una mejor forma y se acerca más a la verdad.

(121440)
De la 1° parte de la lección diaria de Cabalá del 11/25/13, Escritos de Rabash

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