Sólo con el libre albedrío te das cuenta que fuiste un esclavo

Pregunta: ¿De dónde viene nuestro deseo de otorgar?

Respuesta: El deseo de otorgar despierta en nosotros bajo la influencia de la Luz Superior, la «Luz que Reforma». No sabemos qué es el deseo de otorgar; el otorgamiento está fuera de nosotros.

Existimos en nuestra naturaleza de recibir. De pronto alguna fuerza externa viene y nos afecta, y no sabemos qué es esta fuerza. La reconocemos solamente al manifestarse y actuar. Al observar las acciones de esta fuerza en mí, comienzo a reconocer al Creador.

Él es esos efectos que Él causa en mí. Pero no Lo conozco por lo que Él realmente es. En esencia, no sé realmente qué son los fenómenos de este mundo: qué es la electricidad, qué es el pan, ¡Qué soy yo mismo! No puedo alcanzar la esencia de las cosas ya que me son reveladas sólo derivados de la manifestación de esta esencia.

Por lo tanto, la sabiduría de la Cabalá (como cualquier otra ciencia) estudia solamente lo que puede ser conocido: materia y forma vestida en materia. Y cuando esta fuerza única, extraña, exterior entra, no sabemos de dónde viene y Quién es. Es incluso evocada en mí de una manera única, extraña, considerada como un «milagro» (Segulá).

Después de todo, no tengo oportunidad de saber cómo la afecto yo exactamente, cómo se pone en movimiento y comienza a trabajar sobre mí en respuesta. La juzgo sólo por la forma en la cual aparece en mí, como me siento en mi materia, en el deseo. Dentro de mí, experimento cambios como resultado de este acto externo. Este efecto, una nueva forma en mí, es a lo que llamo el deseo de otorgar.

Es una propiedad muy extraña y especial que es totalmente confusa y desconocida para mí. Cuando súbitamente emerge, me doy cuenta de que nunca la sentí antes. Pero si hablas con gente corriente, todos dirán que están perfectamente conscientes de lo que es el deseo de otorgar y que él otorga a otros. No se dan cuenta que todos sus actos de dar son simplemente otra forma de recibir.

Uno puede comprender la diferencia entre recepción y otorgamiento sólo al haber recibido ambos deseos. Uno viene a nosotros desde fuera, mientras que el otro está escondido en nuestra naturaleza. En este caso específico, una persona es capaz de discernir uno del otro y entender quién es realmente.

En el presente, ni siquiera entendemos que en este mundo gobierna sólo una ley: la ley de la recepción egoísta. Lo comprenderemos sólo cuando adquiramos el deseo de otorgar. ¡Sólo habiendo salido de Egipto puede uno darse cuenta de lo que es el yugo Egipcio comparado con la vida en libertad! Todo es conocido y evaluado sólo desde su opuesto.

(33345 – De la 4º parte  de la lección diaria de Cabalá del 21/01/2011, «La Libertad»)

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