Un embrión no tiene derecho a criticar a su madre

Dr. Michael LaitmanRabash, «¿Qué quiere decir que la mano derecha debe elevarse sobre la mano izquierda en el trabajo?»: En la concepción necesitamos la fuerza que atrae y la fuerza que detiene. Es decir, la concepción es la primera fase cuando la persona entra en Santidad.

La fuerza que atrae es la fuerza que muestra la verdad, la atracción del mundo, es decir, si se tiene una buena imagen del estado en el que se encuentra, que brilla sobre él en el mundo, o sea, la forma que se tiene cuando se ve el trabajo, si está en estado de plenitud o no, es decir, si trabaja con el fin de otorgar o, si quiere trabajar con el fin de otorgar a toda costa.

La fuerza que detiene es llamado por ese nombre ya que cuando la fuerza que atrae muestra la verdad a la persona, que durante la concepción es llamada el principio del mundo, seguramente ve las deficiencias que ganarán a la Sitra Ajra (el otro lado), por tanto, debe existir una fuerza que detiene, para que el embrión no caiga, es decir caer en la Sitra Ajra y para detener y prevenir la caída, aunque haya una deficiencia cuando aparece la fuerza que atrae, una cierta forma que este trabajo tiene, la fuerza que detiene es llamada la línea derecha.

Esto es así porque se mueve a la fase de plenitud, es decir, cree en la fe de los sabios que dicen que la persona debe ser feliz con lo que tiene, o sea, con el logro de la Torá y las Mitzvot (mandamientos), lo cual es una gran recompensa, ya que ve que hay gente a la que el Creador no le ha dado un pensamiento ni un deseo, incluso ni por el hecho de que no tiene un cierto logro, que es llamado la fuerza que detiene, que uno no debe caer del mundo y que va a nacer más tarde, es decir, de este mundo de mantenerse en la concepción, es decir al comienzo del trabajo, debería haber dos líneas, es decir, la derecha y la izquierda y será recompensado con nacer y con estar en la fase de amamantamiento de la Santidad, lo cual por medio de la fuerza que atrae y la fuerza que detiene, un embrión completo saldrá de este trabajo en Santidad.

Nuestro desarrollo implica atraer y detener. La fuerza que atrae desarrolla al embrión y la fuerza que detiene, contiene y protege al embrión para que la fuerza que atrae no lo destruya y así se desarrolle en un cuerpo correcto. La fuerza que atrae desarrolla al embrión desde el interior y la fuerza que detiene lo limita en el exterior y así juntas construyen el futuro recién nacido.

Es como una estatua que puede ser esculpida en arcilla o se puede hacer de un bloque de mármol removiendo las partes innecesarias, es decir, que es posible agregar o quitar, añadir forma o eliminar la materia y finalmente hacer del bloque de mármol una estatua.

Así es cómo se formó nuestro embrión, necesitamos dos fuerzas, la fuerza de otorgamiento y la fuerza de recepción, que deben estar equilibradas, en armonía, apoyándose una a otra; la Luz mantiene la oscuridad y las tinieblas mantienen la Luz. Por esta razón debemos anhelar constantemente conexión, apoyo mutuo, amor y corrección, porque es la corrección del rompimiento. Construimos el embrión en la conexión entre nosotros, los estados de Ibur (concepción), Yeniká (lactancia) y Mojin (mente), es decir, nuestra forma cada vez más avanzada, hasta el fin de la corrección. Este desarrollo se consigue con una conexión cada vez mayor entre las partes del deseo, atributos e inclinaciones que se encuentran en la conexión; la fuerza que atrae se revela en el sentimiento de conexión entre nosotros.

En la misma conexión, paso por ascensos y descensos, sintiéndolo como bueno o malo, justificándolo o no. Veo la fuerza que detiene dibujando para mí la imagen de la obra del Señor, de forma diferente, por lo tanto, tengo que trabajar constantemente en mantener mi estado en un embrión, porque todas las imágenes que se me muestran, las acepto agradecido y me conmuevo con ellas, porque sigo avanzando en el otorgamiento hacia la verdadera forma del Creador, hacia el amor y otorgamiento absolutos.

Resulta que necesito la fuerza que detiene, que protege y que no me permite romperme ni criticar, sino que constantemente me mantiene conmovido con las formas que logro. Desde luego, estas formas, si las percibimos con la mente y sentimientos egoístas, no son agradables, por eso, constantemente necesito la fuerza que detiene, para que me lleve de nuevo a las conclusiones correctas.

Si estas nuevas formas son con el fin de otorgar, las percibo en mi deseo de otorgar, en fe por encima de la razón y las acepto como buenas y correctas y, aunque por el momento, no puedo aceptarlas en mi corazón y alma, las acepto en fe por encima de la razón, en mi poder para superar y, acepto estar en ellas sin ninguna suavidad egoísta. No pienso en mi beneficio personal, sólo en el bienestar del grupo, del entorno.

Estoy obligado a examinar las cosas con cuidado y agudamente para sopesar mi situación con sobriedad y sin errores en la niebla espiritual. Pero en realidad percibo las cosas con sencillez y veo si es para bien de mi ego o del entorno. Si las percibo desde el punto de vista del entorno, me aseguro de que mi embrión se adhiera con más fuerza a la pared del útero. El grupo es el útero. Así avanzo y me adapto cada vez más a la parte superior, a la matriz espiritual y así seré capaz de recibir del superior, cada vez más Luz que Reforma, como un embrión corporal que recibe la vitalidad de su madre.
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De la preparación de la lección diaria de Cabalá 16/feb/14

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