Un paso a la izquierda, un paso a la derecha: intentos para escapar de la realidad

Dr. Michael LaitmanPregunta: Cuando estudiamos la naturaleza y a nosotros mismos, descubrimos que dependemos totalmente de nuestros genes y nuestro entorno. Evidencias apabullantes sugieren que no existe ningún tipo de libre albedrio y que todos somos mortales. Sin embargo, no estamos dispuestos a conformarnos con esos hechos: ignoramos los resultados de nuestra propia investigación y preferimos permanecer en las ilusiones que nos resultan atractivas ¿Cómo puede ser resuelto este conflicto?

Respuesta: Estudiamos muchos fenómenos, pero no somos necesariamente guiados por los resultados. Existen cosas como las dudas, las creencias, y el egoísmo después de todo. Incluso si sabemos que estamos equivocados, aun así nos aferramos a nuestra “opinión” ya que esto es lo que realmente queremos. Sabemos esto de los niños, pero los adultos a menudo hacen lo mismo.

En pocas palabras, nuestra vida es difícil. Pero en cualquier caso, los datos razonables, imparciales comprobados por la investigación científica deben ser aceptados como hechos. De otra manera, al final, dañaremos a otros y a nosotros mismos.

Por otra parte, los conceptos que no han sido validados o probados por la ciencia ya no pueden ser aceptados.

Pregunta:¿Entonces, un ser humano es una criatura irracional y egoísta que cree en cuentos de hadas si estos le resultan adecuados?

Respuesta: ¡De verdad! ¿Cómo puede ser eso? ¿En realidad somos activados por sensaciones placenteras incluso si son equivocadas? Digamos que, me gusta fumar, comer en exceso, y hacer muchas cosas que no son sanas. No me importa que hagan daño siempre y cuando las disfrute. Quiero hacer lo que me complace y si tengo que pagar por ello más tarde, a quién le importa.

Esa actitud es irracional. Lógicamente, tengo que aceptar las leyes de la naturaleza y acatarlas, siguiéndolas tan precisamente como una máquina. Sin embargo, mi deseo “hecha a perder” todo, y en su lugar, hago lo que me place. Así es como es creado un ser humano. En contraste con la naturaleza inanimada, vegetativa, y animada, los humanos son unos malcriados.

Si no fuera por nuestro egoísmo, seríamos simplemente animales que tienen un programa rígido insertado en ellos; si fuera así, esto no nos dejaría ninguna elección. Los animales no enfrentan dilemas como: “¿Hacer o no hacer algo? ¿Debo hacerlo de esta manera o de esta otra? ¿Será placentero o no?” Están gobernados por mandamientos rígidos; eso es todo.

Y en esto somos peores que ellos; ¡somos los peores de todos! Después de todo, nuestro egoísmo nos estorba y evita que observemos las leyes de la naturaleza; no nos deja actuar como se supone que lo hagamos, sin desviarnos un centímetro hacia la derecha o a la izquierda, caminar sólo por la línea directa en la ruta. Las leyes de la naturaleza son inmutables, invariables, e infinitamente precisas; sin embargo, el egoísmo en exceso nos destruye y nos abruma. Hacemos lo que es bueno para nuestro ego y siempre es en contra de la razón.

Esta es la manera en que un hombre se convierte en un “animal malcriado”. Todas nuestras adiciones al nivel animado parecen extremadamente buenas: cultura, educación, etc. Esas cosas están particularmente basadas en nuestra corrupción. La literatura, la música, y otras “alturas espirituales” son resultado de la deficiencia del hombre tras haber dejado de ser un animal. Los pájaros están cantando no porque aspiren a la belleza, sino por hacerlo. Pero, nosotros somos diferentes…

Al final, cualquier adorno al sentido común y a la ciencia en su forma pura es dañino. En realidad, todo lo que debemos promover es la ciencia. Sin embargo, estamos usando todo lo que podemos ¿Qué podemos hacer al respecto? En realidad, incluso la educación, la formación, y la cultura, todo lo que no es derivado de los instintos animales, es defectuoso y son intentos de compensarlos. No nos damos cuenta de cuán fuertemente nos desviamos del camino que nos fue dado por la Naturaleza, tampoco entendemos que nos hemos vuelto un elemento extraño, un “tumor canceroso”, que se desarrolló en nuestro cuerpo colectivo. Eventualmente, el tumor se destruye a sí mismo y al entorno en el que vive. La Ecología es elmejor ejemplo. Las células cancerosas devoran el cuerpo y mueren junto con este. No pueden parar. Esta es su forma de existencia. El egoísmo actúa de la misma manera en nosotros.

Entonces tenemos que entender claramente dónde está la línea, la frontera, la partición entre la ciencia y la “ciencia ficción”, es decir, las religiones, las creencias, los conceptos filosóficos, las construcciones filosóficas, etc. Podemos usar cosas dentro de la esfera científica si lo hacemos de forma precisa, como animales siguiendo sus instintos, y no cometer errores. Incluso si hemos descubierto todo tipo de fenómenos y desarrollado varios métodos que están basados en nuestros hallazgos, aun así esas cosas existen originalmente en la naturaleza. Por lo tanto, si seguimos las leyes de la naturaleza, todo va bien. Está bien si las leyes de la naturaleza son reveladas en la ciencia.

Sin embargo, si nos referimos a la esfera especulativa, a prácticas y teorías artificiales, debemos tener en mente que todas ellas son imaginarias y falsas. No puedes aplicarlas en la vida. En ese caso, ¿cómo nos relacionamos con el alma? No la encontramos con métodos científicos y no la sentimos con nuestros sensores ¿Entonces existe realmente?

Es bastante posible que la ciencia sea capaz pronto de responder a esta pregunta. La ciencia constantemente extrae algo nuevo que estaba oculto, corrige las deficiencias actuales, moderniza y mejora las cosas que ya han sido descubiertas previamente. Sin embargo, no podemos basarnos en suposiciones.

Por otra parte, ¿cómo debemos referirnos a los libros escritos por cabalistas que nos hablan del alma? ¿Podemos basarnos en ellos? Después de todo, la fe no funciona dado que no es científica.

Entonces, mientras no alcancemos esas cosas por nosotros mismos, sin que ninguna evidencia pruebe su existencia, tendremos dudas.

¿Qué podemos hacer?

Debemos reconciliar nuestra progresión natural como una “bio-máquina con combustible electro-químico” y claramente darnos cuenta de que no tenemos ninguna libertad de elección excepto en seleccionar lo que nos rodea y colocarnos en el entorno correcto. Tiene que ser hecho de forma estrictamente científica; debemos ver todo a nuestro alrededor sólo a través de las leyes de la naturaleza que pueden ser reducidas a dos partes, las cuales llamamos “el camino de la Torá” y el “camino del sufrimiento”.
(97181 De la cuarta parte de la Lección diaria de Cabalá 3 de Enero del 2013, “Cuerpo y alma”)

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