¡Yo los elijo, hermanos!

Si la persona entiende la naturaleza de su trabajo, comienza a tratar a su entorno de forma diferente porque ella ve no tiene un deseo propio y que todo viene del Creador, y eso es lo que no le permite ser considerada una criatura.

Ella será llamada una criatura cuando se dirija hacia el entorno y reciba el deseo de este. Entonces esos deseos serán anotados en su cuenta.

Es decir, ella necesita inclinar su cabeza y entender que sólo los deseos que recibe del entorno son llamados Shejiná, el lugar para la revelación del Creador, quien es llamado Shojen (habitante). Es por eso que la inclusión en el grupo es absolutamente obligatoria para el avance espiritual.

Está dicho que es necesario amar a los amigos: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Después de todo, en esta conexión entre todos, la cual es llamada amor, la persona revela el mundo espiritual, al Creador.

De hecho, yo no elijo a los amigos. Mi elección viene después. Al principio, el Creador me trae a un grupo, y no tengo ninguna libertad aquí. Mi elección comienza después, cuando realmente me conecto con ellos y debo responder la pregunta: ¿Por qué los necesito y qué quiero recibir de ellos?

Así, yo avanzo, eligiendo cada vez a los amigos porque tengo que verlos a todos como grandes, a pesar del hecho de que aparentan sean ante mí más y más insignificantes y vacíos. Esto significa que yo los elijo porque ahora elijo precisamente esos amigos que el Creador me dio para el avance espiritual.

De esta manera, me muevo hacia adelante y construyo por mi cuenta un nuevo deseo. Este preciso deseo que recibo del entorno y en el cual quiero llegar a ser similar al Creador, revelar la fuerza de otorgamiento, es llamado un ser humano.

Cada uno está obligado a mostrar su amor por el grupo, porque nosotros debemos sostenernos mutuamente, lo cual es llamado garantía mutua. Cada uno se vuelve un garante para el resto, de tal manera que ellos tengan suficiente fuerza para revelar la fuerza de otorgamiento y lograr la similitud con el Creador. Es por eso que yo soy responsable de todos, yo firmé su garantía. Su espiritualidad está en mis manos, así como mi espiritualidad está en las manos de ellos.

Y si alguien taladra un agujero en el bote común, entonces todos nos ahogaremos en nuestro egoísmo, en nuestras intenciones de servirnos a nosotros mismos, y no seremos capaces de revelar al Creador.

Es por eso que, mientras más avanzamos hacia la revelación del Creador, más rigurosas y exigentes se volverán las condiciones. Necesitamos entender que estamos afrontando las leyes de la naturaleza de la Luz y el deseo, y no puede haber negociaciones y concesiones. Todo se hace de acuerdo a las leyes de la relación entre esas dos fuerzas.

(82278 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 5 de julio del 2012, Escritos de Rabash)

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