¿Ordenaste el “mantel mágico”?

Baal HaSulam, “Introducción al prefacio de la Sabiduría de Cabalá”, ítem 14: Por lo tanto, hemos aclarado completamente que los mundos, la generación, los cambios, y los números de los grados, y así sucesivamente, esto fue dicho solo con respecto a los Kelim (vasijas) que le dan al alma ocultamiento, y medida para ellos de manera que puedan recibir gradualmente la Luz de Ein Sof dentro de ellos. Pero ellos no afectan a la Luz de Ein Sof misma de ninguna manera ya que ninguna cobertura afecta a aquel que está cubierto, sino solo al otro, que desea sentirla y recibir de ella, como se dice en la alegoría.

Baal HaSulam también explica en el “Prefacio al Libro de Zohar” que toda la percepción de la realidad sucede solo en relación con el receptor, la persona, el observador. Todo es relativo; todo depende de las propiedades de la persona, y de acuerdo con esas propiedades, la persona percibirá todo como si existiera fuera de sí.

¿Existe una realidad fuera del hombre? No sabemos. Se sabe por la sabiduría de la Cabalá que la Luz Circundante simple existe fuera de nosotros. No tenemos ninguna posibilidad de sentirla desde afuera. Somos criaturas sensibles, lo que significa que sentimos los que percibimos dentro de nosotros. Si siento que algo existe fuera, lo percibo con todos mis sentidos (vista, oído, gusto, olfato y tacto) Sin embargo, lo percibo dentro de mis órganos sensoriales, y si no los tuviera, no percibiría lo que existe fuera de mí.

Nuestro sentido agregado es el que se denomina “deseo de disfrutar” Está dividido en cinco partes, de acuerdo con el nivel de Aviut (grosor) del deseo. Estos niveles (Shoresh, Alef, Bet, Guimel, Dalet o 0, 1, 2, 3, 4, consecuentemente) pueden ser llamados órganos sensoriales espirituales o terrenales: vista; oído, gusto, olfato y tacto.

Es decir, nuestro deseo consiste de cinco partes o de cinco formas de percepción: vista; oído, gusto, olfato y tacto como en nuestro mundo. Percibo algo que dentro de mí adquiere la forma del deseo, la vasija.

Esto es como el “maná” que alimento al pueblo de Israel en el desierto. Tomo este “maná” y sabe a “parrillada”; el otro sabe a pescado, el tercero a ensalada, el cuarto a pollo o a cereal. Cada uno recibe de acuerdo con sus deseos. Sin embargo, todos se llaman “maná”.

¿Qué es el «maná»? Es algo del cielo que no tiene propiedades. ¿Quién percibe estas propiedades? El receptor. Tan pronto como absorbo este «maná», deseando que sepa a carne, me sabe a carne. Quiero té y sabe a té. Quiero alimentos de sal, y la comida se vuelve en comida de sal al instante. Quiero más picante, y se convierte en más picante. Es bueno, ¿no? «Haz que tu deseo sea como el de Él», y entonces «Él hará que tu deseo sea como el Suyo».

La Luz Superior que existe afuera de nosotros no tiene ninguna forma; solo tiene el deseo de otorgar. Si quieres obtener placer de ella de la manera correcta, Él té dará esta sensación de inmediato, sin problemas. Por lo tanto, todo depende de la criatura. La forma de realidad, depende de nuestros deseos, vasijas de percepción. Por esa razón no tenemos a nadie a quien rezarle, a nadie a quien pedirle, a nadie a quien acudir, solo a nosotros mismos, hasta el punto de nuestra corrupción y de la habilidad de corregirnos un poco más.

Nos sentiremos mejor según la medida en la cual nos corrijamos. En esencia, este es todo el proceso que experimentamos.

(43576 – De la 3º parte de la lección diaria de Cabalá del 5/13/2011, «Introducción al Prefacio de la sabiduría de la Cabalá»)

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