Bajo el poder del temor

Dr. Michael LaitmanRabash, «Dargot HaSulam», artículo 31: Se nos dice: ¿Qué demanda de nosotros el Creador? – Sólo temor ante Él.

Esto significa que el Creador (un sistema de naturaleza superior que tiene una sola fuerza que se manifiesta a través del sistema) inserta «algo» en nuestros pensamientos… es decir, Él nos hace una pregunta.

No hay otra fuerza en el universo, «nadie más aparte de Él«. Por supuesto, el Creador nunca haría una creación que se levantara contra de Él; Sin embargo, Él creó el pensamiento (contra Sí mismo) de tal que aparezca la trepidación delante de Él…

Es como si la persona siguiera al Creador en su deseo de encontrarlo y revelarlo a Él al escudriñar en qué tipo de interacciones entre nosotros puede Él ser encontrado.

No podemos imaginar cuán fácil es. Todo está justo frente a nosotros, pero miramos a distancia y no vemos lo que está a nuestro lado. No se trata sino solamente de una barrera psicológica. Tan pronto como cambiamos y salimos de nosotros mismos, comenzamos a sentir al Creador en las conexiones entre nosotros.

Yo me muevo hacia los demás y salgo de mí mismo. De repente, aquí junto a nosotros existe la fuerza natural que conecta, regula y lo mantiene todo unido en forma de un perfecto equilibrio.

Nosotros somos los que distorsionamos el equilibrio y la armonía con nuestras intenciones, deseos y relaciones egoístas. Sentimos que somos nosotros los que estamos echando a perder el equilibrio y la armonía. Así, está claro que el mundo es algo creado exclusivamente por nosotros en contraste con el trasfondo de la perfección.

El alcance está relacionado con la búsqueda del Creador mediante la fe por encima de la razón. El alcance ocurre cuando encontramos las propiedades que están más allá de este nivel material, por encima de nuestras consideraciones terrenales y contrario a nuestra lógica. Todas nuestras percepciones surgen del deseo de recibir para nuestro propio beneficio. Es por eso que no podemos estar de acuerdo con algo que contradiga este deseo.

Por el contrario, el mundo real está por fuera de nosotros; en nuestra percepción externa. Es por eso que la fe por encima de la razón es una condición a la que todos tenemos que llegar eventualmente a través de la sensación de las cosas que suceden por fuera de nuestras necesidades y aspiraciones egoístas naturales.

Debido a la pregunta del pecador, uno tiene que estar de acuerdo con la fuerza del Creador sobre nosotros una y otra vez. Este proceso se llama «temor».

Las preguntas del pecador son las constantes necesidades, demandas y pensamientos que surgen acerca de las formas de complacernos a nosotros mismos. Se trata de un movimiento permanente hacia nosotros mismos. Es cuando nos ocupamos sólo de nosotros mismos en todas las formas y en todos los niveles posibles. Las preguntas del pecador nos las dan a propósito para que después de deshacernos de ellas, volvamos a empezar a avanzar.

Y así sucesivamente caemos sin fin en el egoísmo al cuidar de nosotros mismos en nuestros pensamientos y deseos. Entonces, hacemos esfuerzos y nos elevamos de nuevo. Este proceso continúa hasta que nos cansamos y nos negamos a cumplir con este trabajo. Este continúa hasta que llegamos a entender que sólo el entorno puede apoyarnos en este proceso y ayudarnos a aprender cómo pensar en los demás.

Si permaneciéramos en el estado de garantía mutua y mantuviéramos la idea de ayudar a los demás, no sólo a nosotros mismos, todo sería muy bueno. ¿Por qué es así? Porque nosotros no somos capaces de pensar en los demás. Seguimos cayendo en nuestros propios deseos. Sin embargo, si somos capaces de pensar en los demás y al mismo tiempo pedirle al Creador que nos ayude, Él nos extenderá su ayuda, dado que Él sólo responde a este tipo de pensamientos y oraciones porque son similares a sus propiedades.

Así que, tan pronto como comenzamos a aspirar a servirles a los demás y pedirle al Creador que nos conceda Su ayuda, Él responde inmediatamente y nos ayuda, dado que nosotros, el grupo, y el Creador estamos en la misma longitud de onda y en un solo movimiento articulado. Si lo hacemos por nuestra cuenta, sin el Creador, ya no sucederá nada. Incluso si estamos junto con el grupo, no sucederá. Tiene que haber un sistema en triángulo: el grupo,  el Creador y yo.

Esta estructura también debe ir acompañada de temor. Tenemos que ser cuidadosos y vigilantes por lo que no nos apartemos de nuestro camino o perdamos la dirección correcta. Nuestro egoísmo nos destrozará, nos separará desde dentro y nos susurrará: «Por favor, olvídate del Creador y del grupo. ¡No hay nada malo en abandonarlos! Lo principal es que pienses en ti mismo o sólo de los demás sin la participación del tercer elemento».

En este punto necesitamos un gran apoyo. Cuantos más participemos en este movimiento, mejor. La masa general de personas que asegura un avance absolutamente correcto es llamada 600.000 almas.

Se trata de un número condicional que no es ni siquiera un número, sino más bien un avance general que causa el impacto de Zeir Anpin en Maljut. Dado que Zeir Anpin consta de seis Sefirot que influyen en Maljut, al influir en un punto en Maljut con la Luz de Jojma, su nivel se multiplica hasta 600.000.

Por lo tanto, al obtener el apoyo, nos volvemos realmente capaces de sentir temor y de permanecer constantemente en el estado de aspiración permanente para avanzar.

Esto explica el significado de la frase: «El Creador hizo que todos le temieran a Él». Cada uno de los malos estados que uno siente es esencial para mantenerlo en la condición actual de uno.

En otras palabras, si uno aún no ha subido las escaleras de la grandeza del Creador, no tiene la oportunidad de superarse a sí mismo. Sólo cuando uno siente la grandeza del Creador, el corazón se rinde. Esto significa que uno ya ha subido los peldaños del temor.

¿Cómo puede uno entender que ha alcanzado el estado de temor, al alcanzar el nivel correcto de emoción, y saber cómo cuidar de los demás? Esto ocurre cuando la persona se da cuenta de que en su preocupación por los demás siente el llenado del Creador. El Kli (vasija) de uno se corrige sólo cuando recibe la plenitud. Hasta entonces, tenemos que seguir buscando el llenado, tanto en cantidad como en calidad para que nuestra preocupación, temor, e intención se formulen correctamente y coincidan con el nivel que está por encima de nuestro ego.

Para eso, se nos da la grandeza del grupo, la importancia de nuestros amigos, como un medio de conexión entre nosotros, como una herramienta de ejercicio. Esto ocurre exclusivamente para sentir el llenado del creador al final del proceso; la gratificación dentro de nuestras diez Sefirot que podemos sentir sólo juntos en la conexión entre nosotros. Cuando nos atamos a nosotros mismos en este nudo, comenzamos a sentirnos como una unidad dentro de lo unificado.

Naturalmente, uno se desvanece cuando alcanza un estado de conexión global. Uno pierde el «yo». Desde el «yo» individual, uno hace la transiciones hacia el «nosotros», del «nosotros» a la unidad en la que «el Creador», nosotros y yo, somos un todo. Se nos dice: «Él y Su Nombre son Uno». El Creador es la Luz y Su nombre es un Kli (vasija).

Por lo tanto, todas estas preguntas y otros numerosos obstáculos lo llevan a uno a sentir la necesidad del Creador, de Su ayuda.

En otras palabras, no somos capaces de hacer preguntas, ni siquiera podemos cometer los errores correctos, puesto que cuando nos dejamos ir, cometemos errores que nos hacen caer  inmediatamente. Con el fin de hacer los errores correctos, tenemos que aspirar a seguir adelante. Se nos dice: «He creado la inclinación al mal y la Luz para corregirla». ¿Cómo se manifiesta el mal manifiesto en sí? ¿Dónde podemos detectarlo y verlo?

Resulta que estas palabras no son sobre el mal que existe en este reino material ni sobre la maldad de nuestras relaciones con los demás. Ni una sola persona en el mundo sabe en realidad qué es el mal que hizo el Creador. La maldad que tiene que ser corregida se revela en nosotros sólo cuando aspiramos hacia la unidad en el camino correcto.

Si aspiramos a la unidad y nos esforzamos por conectarnos correctamente en el progreso mutuo y si mediante el intercambio de temor, nos las arreglamos para ayudarles a los demás, no sólo a nosotros mismos, y luego comenzamos a detectar nuestra naturaleza egoísta, nos damos cuenta de cuán fuertemente somos rechazados por ella y cuán ampliamente nos odiamos, no sólo entre nosotros, sino también a nosotros mismos. Esta revelación es tan repugnante que la rechazamos. Dejamos de buscar otras cualidades negativas internas.

En este punto se produce el reconocimiento del mal. El Creador nos advierte de antemano que Él fue quien hizo la inclinación al mal y que somos nosotros los que debemos revelarla al aspirar a Él. Por lo tanto, necesitamos un tipo especial de temor. Tenemos que hacer esfuerzos para no espantarnos de ellos, y controlarnos, inspeccionarnos y revisarnos a nosotros mismos con regularidad.

Tenemos que darle una mirada de cerca para comprobar si estamos evitando inconscientemente la revelación de nuestro egoísmo como algo muy desagradable para nosotros. Por el contrario, tenemos que disfrutar del proceso de la revelación del mal dentro de nosotros, dado que es una etapa esencial de nuestro avance. Es por eso qué tenemos que estar preparados para afrontar sensaciones muy desagradables y disfrutar de ellas, puesto que acompañan nuestro avance hacia el Creador.

Al mismo tiempo, no debemos olvidarnos de la grandeza del Creador. Nosotros no podemos imaginarnos qué es la fuerza superior, que esta existe de hecho en el universo y no sólo en la imagen limitada que sentimos ahora. Es imposible entender hasta qué punto la imagen que habita en nuestros pensamientos y sensaciones es artificial.

Los científicos ya se han dado cuenta que estamos en un estado latente, que vivimos en ilusiones y dentro de una matriz que crea una imagen distorsionada, un sueño. Nuestro egoísmo nos encierra dentro de nosotros mismos, y por eso consideramos todo lo que sucede como si se llevara a cabo dentro de nosotros. Sólo cuando salimos y dejamos de estar sentados en la cáscara de nosotros mismos comenzamos a sentir el mundo real.

Antes de que suceda, es muy difícil de visualizar qué es en realidad el superior. No es en absoluto como nuestro universo, nada como el sistema solar, y la Tierra o su superficie. Solo visualizamos estas cosas como si estuviéramos dormidos, como en nuestros sueños.

(144690)
De la Convención en San Petersburgo «Día uno» del 9/19/14, Lección 1

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