El primer paso para alcanzar el amor y el otorgamiento es tener temor. Como la madre que constantemente está en un estado de temor, preocupándose de su bebé y todo lo que podría sucederle. Este temor natural late dentro de ella y no le permite descansar.
Necesitamos llegar a tener la misma actitud de cuidado en lo que respecta al Creador, esto es, sentir esa preocupación y estremecimiento en todo momento: ¿estoy pensando en Él? ¿Puedo añadir algo más a mi cuidado por Él? Si deseo lograr el atributo de Biná, entonces a quienquiera que desee otorgar será como mi hijo. El hecho de que lo llame el Creador es irrelevante. Debo sentir la misma preocupación y cariño, como si se tratara de mi propio bebé, porque quiero ser otorgante.
A partir de este punto, comienza la conexión de la persona con el Creador. Sin embargo, con el fin de que esto suceda, necesitamos sentir esa misma cálida conexión con la humanidad o al menos con una pequeña parte de ella: nuestro grupo. Necesito aprender a preocuparme por el grupo como me preocuparía por alguien a quien quiero y aprecio. Se nos han dado ejemplos parecidos en nuestro mundo: el cariño por nuestros hijos o parientes, por alguien que se encuentra fuera de mí, pero está conectado a mí por lazos inquebrantables.
Dentro de mí debo sentir un temor, una trepidación: ¿podré ayudarlos y darles bienestar? Esta es la cualidad de Biná en donde todo da inicio y por encima de esto, comenzamos a construir el otorgamiento y el amor. El Creador nos da esos ejercicios para nuestro egoísmo y que gradualmente alcancemos una realidad distinta: la altruista. Es para que tengamos un ejemplo y un fundamento sobre el cual construir la cualidad de Biná o de otorgamiento dentro de nosotros.
(De la primera parte de la lección diaria de Cabalá del 22 de Julio 2010, Artículo, Ustedes están hoy, todos ustedes.)
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