La guerra en el corazón con la Klipat Canaán

Dr.Michael LaitmanBaal HaSulam, «Igrot» (Cartas), Carta 43: … Nuestros sabios han dicho, «El temor a su maestro es como el temor a los cielos». Esta, por lo tanto, será la medida de exaltación que tal hombre obtiene por su santidad, porque la exaltación de él, de ninguna manera excederá la exaltación de su Rav.

… Ya lo he dicho y he elaborado que el más grande Masaj (pantalla) se encuentra en el trabajo en los hijos de la tierra de Israel, puesto que el dominio de la Klipá Canaán está en este lugar, y cada uno es tan bajo como el suelo, su amigo es aún más bajo que el suelo, y hay muchos otros como él.

… Alegóricamente, ustedes pueden hablar acerca de las palabras de nuestros sabios sobre el versículo, «Déjenme a mí y guarden Mi ley», «Deseo que ellos puedan dejarme», es decir que ellos estén orgullosos de la exaltación. Y aunque «él y Yo no podamos morar en un mismo lugar», que aun así, «el guardar Mi ley», se agregue a una justicia genuina con la fe adecuada en el sabio. Entonces hay esperanza de que los justos los reformen a ustedes y los sentencien en una balanza de mérito como corresponde a la presencia del Creador. ¿Qué podría salir de su humildad y bajeza para que el Creador no mueva Su morada de ellos si no tienen una justicia genuina para guiarlos en Su ley y la oración, y llevarlos a un lugar de Torá y sabiduría?

En este mundo, se nos dan las personas que pueden convertirse en nuestros amigos para que nos unamos a ellos y estudiemos juntos cómo salir de nosotros mismos y elevarnos por medio de la fe por encima de la razón, es decir, apreciar el otorgamiento por encima de la recepción. Tenemos que conectarnos entre nosotros mismos para que no actuemos simplemente a través de los esfuerzos comunes sino que los convirtamos en una fuerza interna en la que todos pierden su imagen personal y se conectan a un todo, a un corazón, junto con todos los demás.

Para ayudarnos a hacer esto, también se nos da a un maestro en este mundo. Es muy importante el aprendizaje de la persona a través de su actitud hacia el grupo y el maestro para construir su actitud hacia el Creador. Es imposible que la persona establezca una forma más elevada de la grandeza del Creador que la grandeza del maestro e incluso que la de los amigos, el grupo. Ella necesita todo esto para salir de sí misma, para elevarse por encima de su egoísmo.

Esto requiere mucho trabajo. Después de todo, si la persona hubiera sido imbuida en la reverencia a un Rav, lo cual es llamado educación religiosa, entonces no tendría que trabajar en esto. Ella habría sentido que se relaciona con una gran persona, como si se tratara de su padre, junto con muchas otras personas de su entorno. Habría crecido en un entorno así, donde todos hablan de eso y se relacionan de esta manera. Esto se conoce como Jasidismo. Es fácil para la persona vivir en estas condiciones. Ella no está obligada a realizar un trabajo interno en contra de su egoísmo: escrutinio constante, autoanálisis crítico. Ella se apoya en la opinión del entorno. Al ver que todos se comportan de la misma manera, ella se inspira en ellos y avanza con esto.

Así que la sociedad apoya la autoridad personal de algunos individuos. Por supuesto, esto no lo eleva en relación al Creador, pero de esta forma es posible aferrarse suavemente, sin todos los altibajos de la vida, con una sensación agradable, cómoda y segura. La persona siente que tiene alguien en quien confiar; que alguien cuida de ella, ora por ella.

Sin embargo, hemos llegado a la etapa del desarrollo humano en la que la mayoría de las personas dejan de recibir educación religiosa desde la infancia. Por el contrario, están acostumbradas a despreciar a los demás, a no reconocer ninguna autoridad, a creerse más listas que todos los demás, a no tener respeto por nadie. Esto se llama Klipat Canaán con la que los antepasados ​​lucharon cuando entraron en la tierra de Israel.

No fue fácil para aquellos que dejaron Babilonia o para aquellos que salen hoy de su Babilonia a inclinarse ante el líder, Abraham. Este es el grado del maestro que la persona debe tener si quiere acercarse a la entrada al mundo espiritual a través del grupo y los estudios. Esto no se aplica personalmente a un maestro o a un grupo, porque la persona los ve con sus ojos egoístas y los juzga de acuerdo a sus defectos.

Por supuesto, todos le parecen insignificantes a ella, unos peores que otros. El maestro también le parece poca cosa. Piensa que, si hubiera estudiado con el antepasado Moisés o con Rabí Shimon, entonces ella habría avanzado mejor. Del mismo modo, piensa que los amigos son débiles y no hay nada en ellos. No cree que los sabios de cada persona juzguen en la medida de sus propios defectos, y que en realidad, el mundo del Infinito en toda su perfección, esté ante ella. Él mismo reduce esta perfección divina a su propio bajo nivel y de esta forma ve el mundo como algo despreciable.

Nosotros debemos darnos cuenta que no tendremos permiso para entrar en el mundo espiritual hasta que comencemos a apreciar en tan alta estima al amigo, al grupo y al maestro como imaginamos al Creador. Como está escrito, «Israel, la Torá, y el Creador son uno». Con esta condición, nos elevamos de abajo hacia arriba, elevando al ser humano al nivel del Creador. La misma condición actúa en la dirección opuesta, de arriba hacia abajo, es decir, el mismo nivel, la misma reverencia, esa misma grandeza tenemos que bajarla desde el mundo del Infinito, del Creador, y extenderla al grupo, el maestro y a cada amigo. De lo contrario, no tendremos éxito.

Tenemos que agradecer el manejo superior que ha organizado una realidad para nosotros, donde seguramente podremos ver cuán lejos estamos del Creador de acuerdo a nuestra actitud hacia el maestro, el amigo, y el grupo.
(123232)
De la preparación para la Lección diaria de Cabalá del 12/16/13

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