¿La humanidad es una planta nuclear o una bomba nuclear?

Hoy la humanidad se encuentra en un estado interesante. Por una parte, el coronavirus cavó un hueco enorme en nuestra vida que, para ser perfecta, carece de muchas cosas. Por otra, nunca hemos estado tan cerca de la perfección, parece que nos separa una delgada división, como una pantalla de papel. 

Sentimos la realidad espiritual frente a nosotros. detrás de un delgado muro. Casi estamos ahí y ese ‘casi’ está en nuestro corazón. Si me conecto con la decena, estoy en la espiritualidad. Parece que el mundo espiritual está lejos, pero está justo aquí -en el lugar donde está mi decena. Si caigo en manos de mis amigos y me entrego a ellos, entro en la espiritualidad. Si me inclino ante ellos -estoy en la espiritualidad. 

Gracias a esas acciones entramos en el mundo espiritual. Para eso, el Creador creó esas condiciones en este mundo. Y hoy, vemos que el coronavirus, nos empuja hacia la espiritualidad. Tememos que el virus nos mate, pero pone el mundo espiritual frente a nosotros. 

Parece que el virus nos separa, nos obliga a mantener distancia, pero no es verdad. La distancia es consecuencia de nuestro ego, el deseo de otorgar al otro nos acercará. Si pudiéramos conectarnos en aras del otorgamiento, cuidar uno al otro, ningún virus podría dañarnos. No habríamos descubierto ningún virus dañino; al contrario, el virus nos habría hecho más sanos, sanaría nuestros males. 

El coronavirus revela la maldad del ego que siempre ha existido en nuestro mundo. Pero ahora se revela claramente para que entendamos la corrección que necesitamos hacer. Todo depende de nuestra intención. Si nos reunimos y todos nos odiamos mutuamente, habrá una bomba atómica entre nosotros. Si queremos conectarnos a pesar de las diferencias, entre nosotros ya no habrá una bomba sino un reactor nuclear que no explota, sino que genera energía buena y útil para todos. 

Todo depende de cómo usamos la energía interna del deseo de recibir insertada en nosotros. El ego debe existir, sin él, no nos sentiríamos a nosotros mismos. Sin embargo, la diferencia está en la manera en que nos conectamos mutuamente. Es como un reactor nuclear con combustible radioactivo y barras de grafito que inhiben la reacción. No permiten que los elementos choquen entre sí, colocan una pantalla entre ellos para que la Luz reflejada aparezca, construyen la conexión correcta. 

Como resultado, recibimos energía buena que podemos usar. Así sucede en toda la naturaleza. La humanidad avanzará a tal grado que necesitará una explicación para cada detalle de su vida. Algo del trabajo que cada uno tiene que hacer por su cuenta y la otra parte sólo necesita aprender para tener idea de cómo funciona todo el sistema. 

Israel pertenece a la cabeza del alma común, es responsable de llevar la Luz del Creador a todas las naciones que pertenecen al cuerpo del alma y reciben Luz. Pero, todas las naciones deben entender el principio con el que opera, como el conductor del coche, que sabe cómo conducirlo y tiene una idea general de cómo funciona, pero ni puede diseñar ni crear un auto nuevo. 

La humanidad entera es como un reactor atómico y el grupo Bnei Baruj son las barras de grafito. Si hacemos nuestro trabajo, podemos detener la explosión nuclear que ya está preparada y que llevará al mundo más cerca de la tercera e incluso cuarta guerra mundial. Esperemos poder detener esta explosión.
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De la 1a parte de la lección diaria de Cabalá 19/jun/20, Baal HaSulam, Shamati 33 “La suerte en Yom Kipurim y con Haman

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