Una sombra de la mala inclinación en el trasfondo de la Luz

Desde el principio, no tengo ningún deseo de revelar el mal, es decir, no quiero ver que odio a los otros y que esto es malo. Y si los odio solo en mi vida diaria, esto aun no se considera la inclinación al mal puesto que es mi egoísmo natural, animado y no algo descubierto con la ayuda de la Luz.

Si hoy, estoy aquí en este mundo y odio a otras personas, deseando aprovecharme de ellas para adquirir comida, sexo, familia, poder y conocimiento, entonces no es considerado como inclinación al mal. Después de todo, tengo que revelar, no el egoísmo ordinario, corporal, sino el espiritual que permanece en contra del Creador, en contra de la fuerza de la unificación entre las partes del alma integral. Hubo un tiempo en el cual nuestras almas eran una, pero se retiraron debido a la fuerza de separación que entró entre ellos.

La inclinación al mal está por encima de nuestra naturaleza. Aquí, a continuación, en este mundo, sólo tengo el egoísmo mezquino, terrenal. Pero si entro en el grupo y empiezo a estudiar, entonces por medio de esto comienzo a atraer, desde Arriba, la Luz desde detrás del Majsóm (la barrera que nos separa de la espiritualidad), donde ella reside. Esto empieza a trabajar en mí como la Luz Circundante que me revela la fuerza de la ruptura. Esto es algo nuevo que nunca antes sentí.

En esta fuerza de la ruptura, alcanzo también su naturaleza opuesta: me doy cuenta de que esta se deriva del Creador, de la fuerza que nos conecta. Uno permanece en oposición al otro, y entonces soy capaz de distinguirlos. De lo contrario, no hay alcance si no hay dos opuestos que yo pueda comparar. Sólo puedo ver algo en contraste entre la Luz y la oscuridad.

(38319 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 3/17/2011, sobre el tema «He creado la inclinación al mal, y he creado la Torá como una especia»)

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